Paraguayo “Payo” Cubas se presenta como un outsider, un luchador contra el sistema, pero su trayectoria revela algo mucho más preocupante: es un líder inestable, autoritario y manipulador que engaña a sus seguidores con promesas vacías, mientras atrae a los peores oportunistas a su entorno. Su proyecto, Cruzada Nacional, no es más que un espejismo político, una fachada que encubre su incapacidad para construir algo sólido y su obsesión por controlar todo a su manera.

Un líder que no confía en nadie… porque nadie confía en él

Payo Cubas ha logrado reunir una base de seguidores fervorosos, pero su éxito se basa en el engaño. Promete cambios radicales, pero su historial muestra que no es capaz de sostener un proyecto político coherente. Cruzada Nacional no es un partido, es una plataforma personalista que él mismo destruye cada vez que siente que alguien le hace sombra. Sus aliados, desde candidatos hasta parlamentarios, terminan abandonándolo o traicionándolo. ¿Por qué? Porque nadie con principios o visión de futuro quiere quedarse junto a un líder que desconfía de todos y actúa como un dictador en potencia.

Su autoritarismo es evidente. Payo no tolera disidencias, no escucha, no dialoga. Todos los que han trabajado con él terminan siendo purgados o acusados de traición. Este patrón no es casualidad: es el resultado de un liderazgo tóxico que solo busca manipular a los demás para que sigan sus órdenes ciegamente. Sus seguidores creen en su discurso antisistema, pero no ven que él mismo es el mayor obstáculo para cualquier cambio real.

Candidatos corruptos y traidores: las moscas que se pegan a Payo

Si Cruzada Nacional carece de estructura, también carece de principios. Los candidatos que Payo impulsa son, en su mayoría, oportunistas sin escrúpulos que usan su popularidad como trampolín para llegar al poder. Una vez electos, estos personajes no dudan en cambiar de bando, traicionar sus promesas y abandonar a Cubas. ¿Por qué? Porque nunca creyeron en él. Solo lo usaron.

Estos “aliados” son lo peor de la política paraguaya: corruptos, ambiciosos y sin lealtad. Se pegan a Payo como moscas porque saben que su discurso populista les garantiza votos, pero no tienen intención de seguirlo una vez que logran sus objetivos. Y Payo, con su incapacidad para construir un equipo sólido, no hace más que facilitar este ciclo de traiciones. Él mismo los atrae al no ofrecer una ideología clara ni un proyecto colectivo. Su movimiento es un imán para los peores, porque los mejores no quieren trabajar bajo un líder tan errático y controlador.

Un peligro para Paraguay

Imaginemos un escenario en el que Payo Cubas llega al poder. ¿Qué encontraríamos? Un gobierno caótico, con decisiones impulsivas tomadas en soledad, ministros destituidos por capricho y aliados conspirando a sus espaldas. Un país no puede funcionar bajo un liderazgo que solo sabe gritar, amenazar y dividir. Paraguay necesita estabilidad, diálogo y confianza, cualidades que Payo nunca ha demostrado.

Su inestabilidad emocional y su autoritarismo no solo lo hacen incapaz de gobernar, sino que representan un riesgo real para la democracia. Un líder que engaña a sus seguidores con promesas vacías y que solo atrae a oportunistas corruptos no puede ofrecer nada más que caos y decepción.

Conclusión: Un espejismo que no debe engañarnos

Payo Cubas no es el salvador que muchos quieren ver. Es un manipulador que usa el descontento popular para alimentar su ego y su poder personal. Sus candidatos, lejos de ser una alternativa, son traidores y corruptos que solo buscan aprovecharse de su figura. Paraguay merece algo mejor que un líder inestable que desconfía de todos y solo sabe destruir. Merece un futuro construido con madurez, unidad y verdadera vocación de cambio. Payo Cubas no es, ni será nunca, la respuesta.